RESEÑA DEL LIBRO “TOCAR
A DIANA”, DE ANACRISTINA ROSSI
Como era de suponer,
la primera reseña es la del libro cuya presentación y lectura me inspiró a escribir.
“Tocar a Diana”
es una novela publicada en el 2019 clasificada como novela erótica, sin embargo
yo diría que es algo realista. Podría decirse que es una novela corta, pero sus
207 páginas de extensión logran mover todas las emociones que la autora quiso
evocar y tantas como el lector lo permita.
No se anda con rodeos,
desde el primer momento en que Diana está en sesión con su psicoanalista, comenzamos
a notar el rumbo de esta historia, la cual es narrada de manera directa, cruda
y explícita. Ella asiste a terapia porque cree tener una obsesión con el sexo
que inclusive, ha estado a punto de interferir con su vida laboral y ese fue el
punto de inflexión, no quería poner en riesgo el trabajo que tanto amaba. Comienza
a contarle su historia a este terapeuta, quien intenta averiguar el origen de
su obsesión.
Así, Diana hace un
recorrido por su vida, desde su niñez vivida en Costa Rica, entre San José y
las fincas familiares en Guanacaste y en el Caribe Sur. Hija de una familia
conservadora y de buena posición económica, que seguía las buenas costumbres de
su época, o al menos esa era la imagen que querían dar. Sin embargo, Diana no
se sentía a gusto en ese estilo de vida. Su alma libre y su gusto por la
naturaleza la llevaron a expresar una rebeldía que a su familia no le agradaba.
Presa de las relaciones familiares disfuncionales, con un padre autoritario y
una madre incapaz de demostrarle amor y ternura, la protagonista crece y hace
lo mejor que puede con esos patrones aprendidos.
En medio de esta
exploración, Diana cuenta cómo cuando crece y empieza a descubrir su sexualidad
y el placer que su cuerpo es capaz de sentir, comienza a obsesionarse con esas
sensaciones. Además, descubre que tiene impulsos quizá poco convencionales para
lo que es socialmente aceptado. Aunque ella no creía que estuviera mal vivir su
placer de esa manera, de algún modo sentía que no era del todo suyo. Sentía
impulsos muy fuertes pero no era capaz de discernir de dónde venían ni de
controlarlos y era esa incertidumbre la que la incomodaba, empezaba a sentirse
algo culpable por ser así, “se le metía el diablo” decía ella cuando de
nuevo tenía deseos. Pero eso lo pensaba porque creía que los demás no eran
capaces de entenderlo, cuestionarían su reputación, aunque ella quería creer
que lo que hacía era buscando amor.
Sin embargo su
terapeuta, conforme analizaba sus sesiones se dio cuenta de que en realidad,
ese era un patrón aprendido; de alguien aprendió que esa conducta debía ser así
y su subconsciente lo procesó creyendo que su única forma de disfrutar sería
exhibiéndose a varias personas, participaran o no. Encontró también escenas de
su pasado que involucraban a sus hermanos y a un familiar, cuya figura
resultaba simbólicamente muy importante dentro de sus fantasías y miedos.
Así fue como Diana
siguió explorando en sus recuerdos hasta encontrar el origen de su conducta y
se dio cuenta, de que en realidad no había comenzado con ella. Era una cadena
de secretos familiares turbios, de sufrimiento, abuso y encubrimiento del que
muchos habían sido víctimas, pero nadie nunca había tenido el valor o las
posibilidades de admitirlo ni de frenarlo. Porque para frenar lo que sucedía
había que poder recordarlo y expresarlo. Y si ambas cosas estaban dentro de las
posibilidades de alguna víctima y lo hacía, significaría manchar el buen nombre
de una familia respetable. ¿Y quién querría algo así? Era mejor dejarlo pasar,
suponer que fue un caso aislado y no sucedería de nuevo, “hacerse de la
vista gorda”, aun cuando eso significara poner en peligro a sus propios
hijos.
Diana era ese eslabón
que venía decidido a romper una larga cadena de prejuicios e injusticias. ¿Cuánto
habrá sufrido ella también hasta llegar a descubrir su historia familiar? Era la
llamada “oveja negra”, pero sería la única que gracias a su carácter y
rebeldía, tendría el coraje de venir a romper patrones, a alzar a voz, a sacar
a la luz una dolorosa historia que debía ser contada para empezar a sanar a
muchas personas que habían sufrido y de paso, salvar a los más pequeños de sufrir
el mismo calvario.
“Tocar a Diana”
es una novela que nos confronta, que pone en la mesa de discusión temas muy
importantes de los que se debe pero por lo general no se quiere hablar. Ha sido
utilizada inclusive en círculos de terapia de mujeres fuera de Costa Rica, como
apoyo en el tratamiento psicológico de mujeres abusadas. Es una historia cruda
como ya mencioné, pero que nos enseña la importancia de dejar los prejuicios
atrás, el miedo al “¿qué dirán?” y luchar por detener crímenes que hacen
tanto daño y que, muchas veces comienzan a suceder a víctimas de muy corta
edad y por familiares que deberían protegerlos en vez de violentarlos. Es doloroso contar historias como esta, sí. Porque sanar duele,
encontrar el valor para hablar y remover todos esos sentimientos que han sido
sepultados para no sufrir, es sumamente doloroso y difícil.
Son esas llamadas “ovejas
negras” las que vienen a romper estos patrones familiares que llevan
generaciones afectando un linaje, sólo ellas son capaces de venir a cambiar el
rumbo de tantas vidas…
Si no conocen este
libro, permítanse leerlo, vale todo el tiempo invertido. Luego me cuentan qué
les pareció.
Nos leemos.
Litza.
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