domingo, 7 de mayo de 2023

¿QUIÉN ES ANACRISTINA ROSSI?

 

Para quienes no la conocen, les comparto la breve reseña que se adjunta en la solapa de su novela “Tocar a Diana”:

 

Anacristina Rossi nació en Costa Rica (1952) y vivió largo tiempo en el extranjero. Entre sus novelas destacan María la noche (1985), Premio Nacional de Novela de Costa Rica, traducida al francés por Actes Sud en 1997; La Loca de Gandoca (1992) con casi un millón de ejemplares vendidos, considerada la primera novela ecofeminista de Costa Rica y probablemente de Centroamérica; Limón Blues (Alfaguara, 2002), Premio Latinoamericano de Narrativa José María Arguedas en Cuba en 2004; Limón Reggae (2007), traducida al italiano por Aracne en 2010, y La romana indómita (2016). Sus cuentos han sido traducidos y publicados en antologías tan diversas como Novel of the World (Fondazione Mondadori, Milán 2015), 13 Ficciones del país sin soldados (UNAM, México, 2015) y Los cuentos que Pessoa no escribió (Madrid, 2018). Es autora de un cuento para niños sobre el cambio climático: Ana Rana tiene sed (2015).

 

Sus ensayos, publicados en libros y revistas, giran esencialmente alrededor de tres temas: la primera literatura escrita afrocostarricense, el cambio climático y la sexualidad. En 2004 el gobierno de Chile le otorgó la Medalla del Nacimiento de Pablo Neruda, por el conjunto de su obra. Tiene una maestría en Mujer y Desarrollo por el Instituto de Estudios Sociales de La Haya, Holanda, y un Diploma de Estado en traducción de la Escuela Superior de Intérpretes y Traductores de París.

 

Tocar a Diana (2019) es su sexta novela.

 

 *Imagen tomada de internet.



RESEÑA "TOCAR A DIANA", DE ANACRISTINA ROSSI.

 

RESEÑA DEL LIBRO “TOCAR A DIANA”, DE ANACRISTINA ROSSI

 

    Como era de suponer, la primera reseña es la del libro cuya presentación y lectura me inspiró a escribir.

     Tocar a Diana” es una novela publicada en el 2019 clasificada como novela erótica, sin embargo yo diría que es algo realista. Podría decirse que es una novela corta, pero sus 207 páginas de extensión logran mover todas las emociones que la autora quiso evocar y tantas como el lector lo permita.

     No se anda con rodeos, desde el primer momento en que Diana está en sesión con su psicoanalista, comenzamos a notar el rumbo de esta historia, la cual es narrada de manera directa, cruda y explícita. Ella asiste a terapia porque cree tener una obsesión con el sexo que inclusive, ha estado a punto de interferir con su vida laboral y ese fue el punto de inflexión, no quería poner en riesgo el trabajo que tanto amaba. Comienza a contarle su historia a este terapeuta, quien intenta averiguar el origen de su obsesión.

     Así, Diana hace un recorrido por su vida, desde su niñez vivida en Costa Rica, entre San José y las fincas familiares en Guanacaste y en el Caribe Sur. Hija de una familia conservadora y de buena posición económica, que seguía las buenas costumbres de su época, o al menos esa era la imagen que querían dar. Sin embargo, Diana no se sentía a gusto en ese estilo de vida. Su alma libre y su gusto por la naturaleza la llevaron a expresar una rebeldía que a su familia no le agradaba. Presa de las relaciones familiares disfuncionales, con un padre autoritario y una madre incapaz de demostrarle amor y ternura, la protagonista crece y hace lo mejor que puede con esos patrones aprendidos.

     En medio de esta exploración, Diana cuenta cómo cuando crece y empieza a descubrir su sexualidad y el placer que su cuerpo es capaz de sentir, comienza a obsesionarse con esas sensaciones. Además, descubre que tiene impulsos quizá poco convencionales para lo que es socialmente aceptado. Aunque ella no creía que estuviera mal vivir su placer de esa manera, de algún modo sentía que no era del todo suyo. Sentía impulsos muy fuertes pero no era capaz de discernir de dónde venían ni de controlarlos y era esa incertidumbre la que la incomodaba, empezaba a sentirse algo culpable por ser así, “se le metía el diablo” decía ella cuando de nuevo tenía deseos. Pero eso lo pensaba porque creía que los demás no eran capaces de entenderlo, cuestionarían su reputación, aunque ella quería creer que lo que hacía era buscando amor.   

     Sin embargo su terapeuta, conforme analizaba sus sesiones se dio cuenta de que en realidad, ese era un patrón aprendido; de alguien aprendió que esa conducta debía ser así y su subconsciente lo procesó creyendo que su única forma de disfrutar sería exhibiéndose a varias personas, participaran o no. Encontró también escenas de su pasado que involucraban a sus hermanos y a un familiar, cuya figura resultaba simbólicamente muy importante dentro de sus fantasías y miedos.

     Así fue como Diana siguió explorando en sus recuerdos hasta encontrar el origen de su conducta y se dio cuenta, de que en realidad no había comenzado con ella. Era una cadena de secretos familiares turbios, de sufrimiento, abuso y encubrimiento del que muchos habían sido víctimas, pero nadie nunca había tenido el valor o las posibilidades de admitirlo ni de frenarlo. Porque para frenar lo que sucedía había que poder recordarlo y expresarlo. Y si ambas cosas estaban dentro de las posibilidades de alguna víctima y lo hacía, significaría manchar el buen nombre de una familia respetable. ¿Y quién querría algo así? Era mejor dejarlo pasar, suponer que fue un caso aislado y no sucedería de nuevo, “hacerse de la vista gorda”, aun cuando eso significara poner en peligro a sus propios hijos.

     Diana era ese eslabón que venía decidido a romper una larga cadena de prejuicios e injusticias. ¿Cuánto habrá sufrido ella también hasta llegar a descubrir su historia familiar? Era la llamada “oveja negra”, pero sería la única que gracias a su carácter y rebeldía, tendría el coraje de venir a romper patrones, a alzar a voz, a sacar a la luz una dolorosa historia que debía ser contada para empezar a sanar a muchas personas que habían sufrido y de paso, salvar a los más pequeños de sufrir el mismo calvario.

     Tocar a Diana” es una novela que nos confronta, que pone en la mesa de discusión temas muy importantes de los que se debe pero por lo general no se quiere hablar. Ha sido utilizada inclusive en círculos de terapia de mujeres fuera de Costa Rica, como apoyo en el tratamiento psicológico de mujeres abusadas. Es una historia cruda como ya mencioné, pero que nos enseña la importancia de dejar los prejuicios atrás, el miedo al “¿qué dirán?” y luchar por detener crímenes que hacen tanto daño y que, muchas veces comienzan a suceder a víctimas de muy corta edad y por familiares que deberían protegerlos en vez de violentarlos. Es doloroso contar historias como esta, sí. Porque sanar duele, encontrar el valor para hablar y remover todos esos sentimientos que han sido sepultados para no sufrir, es sumamente doloroso y difícil.

    Son esas llamadas “ovejas negras” las que vienen a romper estos patrones familiares que llevan generaciones afectando un linaje, sólo ellas son capaces de venir a cambiar el rumbo de tantas vidas…

     Si no conocen este libro, permítanse leerlo, vale todo el tiempo invertido. Luego me cuentan qué les pareció.

     Nos leemos.

     Litza.




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